Hemos llegado al final del camino...luchen por sus ideales y no dejen que les arrebaten sus sueños, cultiven sua aspiraciones y sigan cosechando éxitos se los deseo de corazón, palabra y pensamiento; ¡Hasta pronto, y Felicidades!
Filosofía 603 2014
martes, 17 de junio de 2014
Actividad 17
Colegio de Educación Profesional Técnica del Estado de
Puebla
Organismo
público descentralizado.
Plantel II 175
Cerrada
golfo centro Ex – Hda. Zavaleta No. 37
Módulo: Filosofía FLSF-00
Profesional
Técnico Bachiller en Alimentos y Bebidas
|
Grupo: ALBE 603
|
Unidad
de Aprendizaje 4: Interpretación
estética de la realidad
Resultado
de Aprendizaje: 4.1 Describe
el objeto de estudio de la estética mediante la caracterización de sus
principales teorías e ideas en el devenir histórico.
Actividad
núm. 17 Interpretación
de los principales problemas estéticos en su devenir histórico.
Instrucciones:
Elabora fichas
bibliográficas que recuperen las ideas más importantes en torno a:
¿Qué es la estética?
¿Cuál es su objeto de estudio?
¿Cuál es la diferencia
entre estética y Filosofía del arte?
jueves, 12 de junio de 2014
Actividad 14
LA GENEALOGÍA DE LA MORAL TRATADO PRIMERO: «BUENO Y MALVADO», «BUENO Y MALO»
¡Todo
nuestro respeto, pues, por los buenos espíritus que acaso actúen en esos
historiadores de la moral! ¡Más lo cierto es, por desgracia, que les falta,
también a ellos, el espíritu histórico, que han sido dejados en la estacada
precisamente por todos los buenos espíritus de la ciencia histórica! Como es ya
viejo uso de filósofos, todos ellos piensan de una manera esencialmente
a-histórica; de esto no cabe ninguna duda. La chatedad de su genealogía de la moral
aparece ya en el mismo comienzo, allí donde se trata de averiguar la
procedencia del concepto y el juicio «bueno». «Originariamente –decretan-
acciones no egoístas fueron alabadas y llamadas buenas por aquellos a quienes
se tributaban, esto es, por aquellos a quienes resultaban útiles; más tarde ese
origen de la alabanza se olvidó, y las acciones no egoístas, por el simple
motivo de que, de acuerdo con el hábito, habían sido alabadas siempre como
buenas, fueron sentidas también como buenas -como si fueran en sí algo bueno».
Se ve en seguida que esta derivación contiene ya todos los rasgos típicos de la
idiosincrasia de los psicólogos ingleses, - tenemos aquí «la utilidad», «el
olvido», «el hábito» y, al final, «el error», todo ello como base de una apreciación
valorativa de la que el hombre superior había estado orgulloso hasta ahora como
de una especie de privilegio del hombre en cuanto tal. Ese orgullo debe ser
humillado, esa apreciación valorativa debe ser desvalorizada: ¿se ha conseguido
esto?...Para mí es evidente, primero, que esta teoría busca y sitúa en un lugar
falso el auténtico hogar nativo del concepto «bueno»: ¡el juicio «bueno» no
procede de aquellos a quienes se dispensa «bondad»! Antes bien, fueron «los
buenos» mismos, es decir, los nobles, los poderosos, los hombres de posición
superior y elevados sentimientos quienes se sintieron y se valoraron a sí
mismos y a su obrar como buenos, o sea como algo de primer rango, en contraposición
a todo lo bajo, abyecto, vulgar y plebeyo. Partiendo de este pathos de la
distancia es como se arrogaron el derecho de crear valores, de acuñar nombres
de valores: ¡qué les importaba a ellos la utilidad! El punto de vista de la
utilidad resulta el más extraño e inadecuado de todos precisamente cuando se
trata de ese ardiente manantial de supremos juicios de valor ordenadores del
rango, destacadores del rango: aquí el sentimiento ha llegado precisamente a lo
contrario de aquel bajo grado de temperatura que es el presupuesto de toda
prudencia calculadora, de todo cálculo utilitario, - y no por una vez, no en
una hora de excepción, sino de modo duradero. El pathos de la nobleza y de la
distancia, como hemos dicho, el duradero y dominante sentimiento global y
radical de una especie superior dominadora en su relación con una especie
inferior, con un «abajo» - éste es el origen de la antítesis «bueno» y «malo». (El derecho del señor
a dar nombres llega tan lejos que deberíamos permitirnos el concebir también el
origen del lenguaje como una exteriorización de poder de los que dominan: dicen
«esto es esto y aquello», imprimen a cada cosa y a cada acontecimiento el sello
de un sonido y con esto se lo apropian, por así decirlo.) A este origen se debe
el que, de antemano, la palabra «bueno» no esté en modo alguno ligada necesariamente
a acciones «no egoístas»: como creen supersticiosamente aquellos genealogistas
de la moral. Antes bien, sólo cuando los juicios aristocráticos de valor
declinan es cuando la antítesis «egoísta» «no egoísta» se impone cada vez más a
la conciencia humana, - para servirme de mi vocabulario, es el instinto de
rebaño el que con esa antítesis dice por fin su palabra (e incluso sus
palabras). Pero aun entonces ha, de pasar largo tiempo hasta que de tal manera
predomine ese instinto, que la apreciación de los valores morales quede
realmente prendida y atascada en dicha antítesis (como ocurre, por ejemplo, en
la Europa actual: hoy el prejuicio que, considera que «moral», «no egoísta»,
«desinterés» son conceptos equivalentes domina ya con la violencia de una «idea
fija» y de una enfermedad mental).
Pero en segundo lugar: prescindiendo totalmente
de la insostenibilidad histórica de aquella hipótesis sobre la procedencia del
juicio de valor «bueno», ella adolece en sí misma de un contrasentido
psicológico. La utilidad de la acción no egoísta, dice, sería el origen de su
alabanza, y ese origen se habría olvidado: - ¿cómo es siquiera posible tal
olvido? ¿Es que acaso la utilidad de tales acciones ha dejado de darse alguna
vez? Ocurre lo contrario: esa utilidad ha sido, antes bien, la experiencia
cotidiana en todos los tiempos, es decir, algo permanentemente subrayado una y
otra vez; en consecuencia, en lugar de desaparecer de la consciencia, en lugar
de volverse olvidable, tuvo que grabarse en ella con una claridad cada vez
mayor. Mucho más razonable resulta aquella teoría opuesta a ésta (no por ello
es más verdadera), que es defendida, por ejemplo, por Herbert Spencer[1]:
éste establece que el concepto «bueno» es esencialmente idéntico al concepto
«útil», «conveniente», de tal modo que en los juicios «bueno» y «malo» la
humanidad habría sumado y sancionado cabalmente sus inolvidadas e inolvidables
experiencias acerca de lo útil-conveniente, de lo perjudicial-inconveniente.
Bueno es, según esta teoría, lo que desde siempre ha demostrado ser
útil: por lo cual le es lícito presentarse como «máximamente valioso», como
«valioso en sí». También esta vía de explicación es falsa, como hemos dicho,
pero al menos la explicación misma es en sí razonable y resulta
psicológicamente sostenible.
- La indicación de
cuál es el camino correcto me la proporcionó el problema referente a qué es lo
que las designaciones de lo «bueno» acuñadas por las diversas lenguas pretenden
propiamente significar en el aspecto etimológico: encontré aquí que todas ellas
remiten a idéntica metamorfosis conceptual, -que, en todas partes, «noble»,
«aristocrático» en el sentido estamental, es el concepto básico a partir del
cual se desarrolló luego, por necesidad, «bueno» en el sentido de «anímicamente
noble, de «aristocrático», de «anímicamente de índole elevada», «anímicamente
privilegiado»: un desarrollo que marcha siempre paralelo a aquel otro que hace
que «vulgar, «plebeyo», «bajo», acaben por pasar al concepto «malo». El más
elocuente ejemplo de esto último es la misma palabra alemana «malo» (schlecht):
en sí es idéntica a «simple» (schlicht) -véase «simplemente» (schlechtweg,
schlechterdings)- y en su origen designaba al hombre simple, vulgar, sin que,
al hacerlo, lanzase aún una recelosa mirada de soslayo, sino sencillamente en
contraposición al noble. Aproximadamente hacia la Guerra de los Treinta Años,
es decir, bastante tarde, tal sentido se desplaza hacia el hoy usual. -Con
respecto a la genealogía de la moral esto me parece un conocimiento esencial;
el que se haya tardado tanto en encontrarlo se debe al influjo obstaculizador
que el prejuicio democrático ejerce dentro del mundo moderno con respecto a todas
las cuestiones referentes a la procedencia. Prejuicio que penetra hasta en el
dominio, aparentemente objetivísimo, de las ciencias naturales y de la
fisiología; baste aquí con esta alusión. Pero el daño que ese prejuicio, una
vez desbocado hasta el odio, puede ocasionar ante todo a la moral y a la
ciencia histórica, lo muestra el tristemente famoso caso de Buckle[2]: el
plebeyismo del espíritu moderno, que es de procedencia inglesa, explotó aquí
una vez más en su suelo natal con la violencia de un volcán enlodado y con la
elocuencia demasiado salada, chillona, vulgar, con que han hablado hasta ahora
todos los volcanes.-
-Ya
se habrá adivinado que la manera sacerdotal de valorar puede desviarse muy
fácilmente de la caballeresco-aristocrática y llegar luego a convertirse en su
antítesis; en especial impulsa a ello toda ocasión en que la casta de los
sacerdotes y la casta de los guerreros se enfrentan a causa de los celos y no
quieren llegar a un acuerdo sobre el precio a pagar. Los juicios de valor
caballeresco-aristocráticos tienen como presupuesto una constitución física
poderosa, una salud floreciente, rica, incluso desbordante, junto con lo que
condiciona el mantenimiento de la misma, es decir, la guerra, las aventuras, la
caza, la danza, las peleas y, en general, todo lo que la actividad fuerte,
libre, regocijada lleva consigo. La manera noble-sacerdotal de valorar tiene -
lo hemos visto- otros presupuestos: ¡las cosas les van muy mal cuando aparece
la guerra! Los sacerdotes son, como es sabido, los enemigos más malvados - ¿por
qué? Porque son los más impotentes. A causa de esa impotencia el odio crece en
ellos hasta convertirse en algo monstruoso y siniestro, en lo más espiritual y
más venenoso. Los máximos odiadores de la historia universal, también los odiadores
más ricos de espíritu, han sido siempre sacerdotes - comparado con el espíritu
de la venganza sacerdotal, apenas cuenta ningún otro espíritu. La historia
humana sería una cosa demasiado estúpida sin el espíritu que los impotentes han
introducido en ella: - tomemos en seguida el máximo ejemplo. Nada de lo que en
la tierra se ha hecho contra «los nobles», «los violentos», «los señores, «los
poderosos», merece ser mencionado si se lo compara con lo que los judíos han
hecho contra ellos: los judíos, ese pueblo sacerdotal, que no ha sabido tomar
satisfacción de sus enemigos y dominadores más que con una radical
transvaloración[3] de
los valores propios de éstos, es decir, por un acto de la más espiritual
venganza. Esto es lo único que resultaba adecuado precisamente a un pueblo
sacerdotal, al pueblo de la más refrenada ansia de venganza sacerdotal. Han
sido los judíos los que, con una consecuencia lógica aterradora, se han
atrevido a invertir la identificación aristocrática de los valores ( bueno =
noble = poderoso = bello = feliz = amado de Dios) y han mantenido con los
dientes del odio más abismal (el odio de la impotencia) esa inversión, a saber, «¡los
miserables son los buenos; los pobres, los impotentes, los bajos son los únicos
buenos; los que sufren, los indigentes, los enfermos, los deformes son también
los únicos piadosos, los únicos benditos de Dios, únicamente para ellos existe
bienaventuranza, - en cambio vosotros, vosotros los nobles y violentos,
vosotros sois, por toda la eternidad, los malvados, los crueles, los lascivos,
los insaciables, los ateos, y vosotros seréis también eternamente los
desventurados, los malditos y condenados! ... » Se sabe quién ha recogido la
herencia de esa transvaloración judía... A propósito de la iniciativa monstruosa
y desmesuradamente funesta asumida por los judíos con esta declaración de
guerra, la más radical de todas, recuerdo la frase que escribí en otra ocasión
(Más allá del bien y del mal, aforismo 195 - a saber, que con los judíos
comienza en la moral la rebelión de los esclavos: esa rebelión que tiene tras
sí una historia bimilenaria y que hoy nosotros hemos perdido de vista tan sólo
porque -ha resultado vencedora...
¿Pero no lo comprendéis? ¿No tenéis ojos para
ver algo que ha necesitado dos milenios para alcanzar la victoria?... No hay en
esto nada extraño: todas las cosas largas son difíciles de ver, difíciles de
abarcar con la mirada. Pero esto es lo acontecido: del tronco de aquel árbol de
la venganza y del odio, del odio judío - el odio más profundo y sublime, esto
es, el odió creador de ideales, modificador de valores, que no ha tenido igual
en la tierra -, brotó algo igualmente incomparable, un amor nuevo, la más
profunda y sublime de todas las especies de amor: - ¿y de qué otro tronco
habría podido brotar?... Mas ¡no se piense que brotó acaso como la auténtica
negación de aquella sed de venganza, como la antítesis del odio judío! ¡No, lo
contrario es la verdad! Ese amor nació de aquel odio como su corona, como la
corona triunfante, dilatada con amplitud siempre mayor en la más pura
luminosidad y plenitud solar; y en el reino de la luz y de la altura ese amor
perseguía las metas de aquel odio, perseguía la victoria, el botín, la
seducción, con el mismo afán, por así decirlo, con que las raíces de aquel odio
se hundían con mayor radicalidad y avidez en todo lo que poseía profundidad y
era malvado. Ese Jesús de Nazaret, evangelio viviente del amor, ese «redentor»
que trae la bienaventuranza y la victoria a los pobres, a los enfermos, a los
pecadores - ¿no era él precisamente la seducción en su forma más inquietante e
irresistible, la seducción y el desvío precisamente hacia aquellos valores
judíos y hacia aquellas innovaciones judías del Ideal? ¿No ha alcanzado Israel,
justamente por el rodeo de ese «redentor, de ese aparente antagonista y
liquidador de Israel, la última meta de su sublime ansia de venganza? ¿No forma
parte de la oculta magia negra de una política verdaderamente grande de la
venganza, de una venganza de amplias miras, subterránea, de avance lento,
precalculadora, el hecho de que Israel mismo tuviese que negar y que clavar en
la cruz ante el mundo entero, como si se tratase de su enemigo mortal, al
auténtico instrumento de su venganza, a fin de que «el mundo entero», es decir,
todos los adversarios de Israel, pudieran morder sin recelos precisamente de
ese cebo? ¿Y por otro lado, se podría imaginar en absoluto, con todo el
refinamiento del espíritu, un cebo más peligroso? ¿Algo que iguale en fuerza
atractiva, embriagadora, aturdidora, corruptora, a aquel símbolo de la «santa
cruz», a aquella horrorosa paradoja de un «Dios en la cruz», a aquel misterio
de una inimaginable, última, extrema crueldad y autocrucifixión de Dios para
salvación del hombre?... Cuando menos, es cierto que sub hoc signo [bajo este signo]
Israel ha venido triunfando una y otra vez, con su venganza y su
transvaloración de todos los valores, sobre todos los demás ideales, sobre
todos los ideales más nobles.-
-«Mas
¡cómo sigue usted hablando todavía de ideales más nobles! Atengámonos a los
hechos: el pueblo - o «los esclavos», o «la plebe», o «el rebaño», o como usted
quiera llamarlo - ha vencido, y si esto ha ocurrido por medio de los judíos,
¡bien! , entonces jamás pueblo alguno tuvo misión más grande en la historia
universal. «Los señores» están liquidados; la moral del hombre vulgar ha
vencido. Se puede considerar esta victoria a la vez como un envenenamiento de
la sangre (ella ha mezclado las razas entre sí) - no lo niego; pero,
indudablemente, esa intoxicación ha logrado éxito. La «redención» del género
humano (a saber, respecto de «los señores») se encuentra en óptima vía; todo se
judaiza, o se cristianiza, o se aplebeya a ojos vistas (¡qué importan las
palabras!). La marcha de ese envenenamiento a través del cuerpo entero de la
humanidad parece incontenible, su tempo [ritmo] y su paso pueden ser incluso, a
partir de ahora, cada vez más lentos, más delicados, más inaudibles, más cautos
- en efecto, hay tiempo... ¿Le corresponde todavía hoy a la Iglesia, en este
aspecto, una tarea necesaria, posee todavía en absoluto un derecho a existir?
¿O se podría prescindir de ella? Quaeritur [se pregunta]. ¿Parece que la
Iglesia refrena y modera aquella marcha, en lugar de acelerarla? Ahora bien,
justamente eso podría ser su utilidad... Es seguro que la Iglesia se ha
convertido poco a poco en algo grosero y rústico, que repugna a una
inteligencia delicada, a un gusto propiamente
moderno. ¿No debería, al menos, refinarse un poco?... Hoy, más que seducir,
aleja. ¿Quién de nosotros sería librepensador si no existiera la Iglesia? La
Iglesia es la que nos repugna, no su veneno... Prescindiendo dé la Iglesia,
también nosotros amamos el veneno. .. » - Tal es el epílogo de un
«librepensador» a mi discurso, de un animal respetable, como lo ha demostrado
de sobra, y, además, de un demócrata; hasta aquí me había escuchado, y no
soportó el oírme callar. Pues en este punto yo tengo mucho que callar.-
[1] Herbert Spencer (1820-1903), filósofo inglés,
precursor de Darwin con su idea de que toda evolución orgánica es un paso de la
“homogeneidad a la heterogeneidad”, fue a su vez muy influido por el
darwinismo.
[2] H. Th. Bucle (1821-1862), historiador inglés,
autor de la Historia de la civilización en Inglaterra, obra leída por
Nietzsche. En ella Bucle subraya ante todo la importancia del medio natural y
niega que los “grandes hombres” sean las “causas” de todos los grandes
movimientos.
[3] Transvaloración: Umwertung. Esta traducción
literal parece más adecuada que “inversión de los valores”, “subversión
de los valores”, “derrumbamiento de los valores”, las cuales
sugieren algo así como “anarquía”. Nada más lejos de Nietzsche. Se trata de
“cambiar” y “sustituir” unos valores por otros, así como el propio proceso de
su surgimiento, a saber, los inventados por los resentidos por los creados por
el superhombre.
Actividad 14
Colegio de Educación Profesional Técnica del Estado de
Puebla
Organismo
público descentralizado.
Plantel II 175
Cerrada
golfo centro Ex – Hda. Zavaleta No. 37
Módulo: Filosofía FLSF-00
Profesional
Técnico Bachiller en Alimentos y Bebidas
|
Grupo: ALBE 603
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U.A.
3. Interpretación de la filosofía moderna y contemporánea
R.A 3.2:
Distingue las ideas principales de la filosofía contemporánea
considerando los planteamientos de Marx, Nietzsche, Sartre y Heidegger y la
perspectiva contemporánea de Lyotard.
Actividad
núm. 14 : Descripción
de los principales problemas planteados por Nietzsche
Instrucciones: Elabora un cartel en el que representes
algunas de las ideas expresadas
por Nietzsche en los siguientes
textos: “Genealogía de la moral y Así habló Zaratustra”, te recordamos que:
Debe generar conciencia sobre alguno de los problemas planteados
por la filosofía existencialista.
La imagen contundente es la parte central del cartel.
La información en palabras debe ser mínima, pero en relación
directa con la imagen.
Organizar una exposición
de los carteles.
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